Giovana Cano, líder de Gobierno ESG de BBVA en Perú
11 de abril, 2023

Vivimos en un contexto en el que la sostenibilidad ya no es una elección: es la ruta por la que deben transitar las empresas para mantenerse en el gran partido que nos jugamos por el planeta.

El cambio climático, así como las crisis migratorias y alimentarias, están impactando fuertemente a nivel ambiental, social, económico y político. Esto implica que —como individuos, empresas, sectores y países—  tengamos que desarrollar medidas de mitigación a los riesgos que suponen cambios importantes en el valor económico de las actividades y sectores. 

Por ello, es especialmente relevante que las empresas identifiquen sus impactos, los midan y gestionen de manera integral. Sin embargo, este escenario supone también una oportunidad de inversión en el futuro con un claro enfoque de sostenibilidad, como financiar plantas de tratamiento de aguas, el reemplazo de autos a gas por autos eléctricos y la infraestructura educativa y de salud, enmarcándose en lo que hoy se conoce como “Financiamiento Sostenible”.

Las inversiones sostenibles son aquellas que realizan empresas u organizaciones que tienen un claro enfoque de sostenibilidad y gestionan de manera adecuada su impacto ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés). Es decir, son empresas que apuestan por luchar contra el cambio climático, por buscar el bienestar de sus distintos stakeholders. Y, en muchos casos, son aquellas que dentro de sus propios estatutos ponen en el mismo nivel su propósito social y/o ambiental con el de rentabilidad económica, haciendo que los accionistas sean cada vez más conscientes de ello.

La integración de los criterios ESG es la ruta mediante la cual las empresas alcanzarán la transformación hacia un negocio sostenible. Es así como la planificación corporativa comienza a tomar consciencia de que el desarrollo económico autosostenido consiste en satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro. Representan el compromiso de las empresas a largo plazo, que deben medir, monitorear y gestionar.

Hoy por hoy los inversores ponen en valor a las empresas rentables y, a la vez, respetuosas con el ambiente y las personas. Hablar de rentabilidad es hablar de cómo ser relevantes para nuestros consumidores en el corto, mediano y largo plazo, gestionando nuestros impactos sociales y ambientales de manera responsable. Las tendencias más frecuentes recaen sobre proyectos ambientales de eficiencia energética, uso de energías renovables, gestión del recurso hídrico, gestión de residuos, movilidad eficiente y procesos que fomentan la economía circular. Entre las tendencias sociales más destacadas, se encuentran las acciones empresariales en salud y seguridad del trabajo, gestión del talento y brechas de desigualdad de género.

Recientemente, hemos experimentado una pandemia que nos demostró que la transformación digital de nuestros procesos y servicios fue la única opción que aseguraba la continuidad de las empresas. Dentro de este contexto, seguir la ruta ESG es una necesidad. Por ello, en BBVA nos hemos comprometido a contribuir con el desarrollo económico sostenible que exige esta una nueva transformación, y así tener un crecimiento responsable que nos dé la oportunidad de conservar nuestro planeta.