ROSA AGUILAR
26 de febrero de 2024

Viajar en avión es una actividad que no pierde dinamismo, especialmente cuando existen vuelos comerciales a muy bajo costo. La demanda es tan intensa que la flota mundial de aviación comercial crecerá en un 94% para el 2042, según Avolon. Si bien se trata de un despegue considerable que tendrá como protagonistas a los nuevos usuarios de Asia y Latinoamérica, la Comisión Europea advierte que las emisiones de gases de efecto invernadero provocados por la aviación podrían aumentar en más del 300% a mediados de este siglo. 

Esta realidad ha llevado a un compromiso importante en el rubro: los más de 180 Estados que conforman la Organización de Aviación Civil Internacional de la ONU firmaron el compromiso de alcanzar cero emisiones netas de carbono para el 2050. ¿Qué medidas acordaron en esta negociación? Entre ellas, aumentar la producción y el uso del combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés) y potenciar tecnologías innovadoras.

Los retos y el combustible sostenible

La tarea es desafiante. Si comparamos a la aviación con otros modos de transporte, el sector carece de distintos combustibles alternativos que permitan reemplazar al petróleo. Además, pese a que la industria aerocomercial está desarrollando aviones que funcionarán con hidrógeno o baterías, estos solo podrán cubrir distancias cortas. “Contrastemos esta situación con la de los trenes, que pueden funcionar con electricidad generada por energía eólica, solar o hidráulica, o con los vehículos impulsados por baterías que pueden, incluso, autogenerar su propia energía. Esto no ocurre en nuestro sector”, expresa Pedro de la Fuente, gerente senior de Asuntos Externos y Sostenibilidad para las Américas de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).

Una opinión similar tiene Diego Martínez del Río, jefe de sostenibilidad de LATAM  Airlines, al afirmar que la aviación es un sector difícil de descarbonizar, especialmente porque el SAF no se encuentra a gran escala. No obstante, la industria continúa apostando por este combustible sostenible, ya que puede reducir las emisiones de CO2 hasta en un 80%. 

Un claro ejemplo es que LATAM Airlines ha realizado más de 15 vuelos con SAF. “Más allá de esto, el mensaje clave está asociado con la falta de desarrollo del combustible. Actualmente, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima que el consumo de SAF es inferior al 1% de la necesidad que tiene la industria a nivel mundial. Por eso, desde LATAM participamos activamente en las instancias público-privadas que buscan la creación de condiciones habilitantes para desarrollar este mercado en nuestra región”, menciona Martínez del Río.

Según la IATA, la producción de SAF se duplicó en el 2023: superó los 600 millones de litros. Sin embargo, solo representa el 3% de la fabricación de todos los combustibles renovables. En este marco, el papel de los Gobiernos es crucial para desarrollar la capacidad de producción y la distribución del SAF en sus países. “Esta región tiene el mayor potencial para hacerlo, generando así más empleos e ingresos. Por ello, se necesita que los gobiernos desarrollen políticas que aceleren eficazmente la producción comercial y el despliegue del SAF. Los incentivos positivos a la oferta son la herramienta más eficiente e implican la asignación de fondos públicos o exenciones de impuestos”, enfatiza. 

¿Es indispensable que los aviones cuenten con una tecnología adecuada para el empleo de este nuevo combustible? Dado que la seguridad es la prioridad en la aviación, el sector ha trabajado con los organismos reguladores para garantizar que el SAF pueda usarse con la tecnología actual de los aviones y motores. “Hoy en día se permite una mezcla de hasta un 50% del combustible con SAF. El plan es llegar al 100% en un futuro cercano”, dice De la Fuente.

Ahora bien, el rol y la contribución de los pasajeros en el camino hacia la descarbonización también refuerza las diversas acciones. El último sondeo de IATA revela que el 86% de los viajeros está de acuerdo con que los Gobiernos ofrezcan incentivos a la producción para que las aerolíneas puedan acceder al SAF. Es más: los pasajeros coinciden en que debe ser prioritario que las refinerías suministren SAF a las aerolíneas.

Otros factores que entran en juego

Al reto de introducir cada vez más al SAF en el sector se suma la necesidad de cumplir ciertas acciones sostenibles en toda la cadena de valor. Por ejemplo, mejorar la gestión del tráfico aéreo y utilizar nuevos materiales y diseños aerodinámicos en la construcción de las aeronaves son dos alternativas que pueden ayudar a que la industria disminuya sus emisiones. Por su parte, LATAM también cuenta con una estrategia de sostenibilidad que prioriza el cuidado ambiental a través de diversas acciones, como se muestra en la siguiente infografía.

Para transitar hacia la descarbonización con efectividad, se debe atender a este objetivo de manera integral. Para LATAM, no existe una medida específica que permita llegar a la meta. Por esa razón, usa distintas herramientas de acuerdo a las ventajas de cada región. “El camino se debe pavimentar con las acciones tácticas de sostenibilidad”, afirma Martínez del Río.

Por su parte, para Pedro de la Fuente, la inversión en nueva tecnología aeronáutica, así como en nuevas soluciones aerodinámicas radicales y de propulsión alternativa (eléctrica o de hidrógeno) también jugarán un rol importante en la descarbonización. “La mayoría de aerolíneas ha realizado inversiones significativas para renovar sus flotas con aviones de última generación que muestran una mayor eficiencia en su consumo y menores emisiones, y han hecho alianzas con organizaciones de conservación para compensar sus emisiones”.

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