Por Verónica Bonifaz, directora de Asuntos Públicos, Comunicaciones y Sostenibilidad de Coca-Cola Perú y Ecuador
01 de junio de 2023

Dentro de la transformación hacia una economía circular, uno de los procesos más conocidos y consolidados es el reciclaje. Desde la evidencia empírica de las organizaciones hasta los ratings de sostenibilidad, encontramos que el reciclaje es reconocido como una práctica de ecoeficiencia en las empresas. Además de reducir la utilización de materiales de primer uso en las actividades productivas, tiene el potencial de generar ahorros financieros para las organizaciones.

Pero ¿implementar solo prácticas de reciclaje nos sitúa en el camino hacia una economía circular? Para responder esta pregunta es importante comprender el flujo continuo de recursos que plantea el enfoque circular. En este interactúan dos ciclos: el biológico y el técnico. El ciclo biológico es el de los materiales que, tras ser consumidos, pueden biodegradarse y retornar de manera segura a la tierra. Mientras que el ciclo técnico es el de los productos que no se consumen, sino que son utilizados y sus materiales son susceptibles de ser aprovechados tras su vida útil. En este segundo ciclo se enmarca el proceso de reciclaje, pero debe presentarse después de otros procesos preferibles. 

En el enfoque circular, estos procesos inician desde el diseño y la fabricación. Estos deben minimizar los residuos y el uso de materiales nuevos. A la vez, deben permitir maximizar la utilidad del producto, facilitando que pueda ser compartido, más durable, reutilizable y reparable. Solo después de estos procesos, el reciclaje es un camino de circularidad.

Entonces, en respuesta a la pregunta inicial, vale decir que, si nuestras organizaciones se concentran solamente en desarrollar un sistema de reciclaje sin emprender esfuerzos para implementar los procesos preferibles a este, nuestro camino hacia una economía circular no está adecuadamente enfocado. Reciclar sería así solo aplazar la pérdida de materiales valiosos, pues no todos los materiales son reciclados en su totalidad.

Dicho esto, la implementación de sistemas de reciclaje en nuestras industrias es un primer esfuerzo necesario. Reciclar nos permite reconocer los materiales de nuestros productos y repensar su diseño teniendo en cuenta nuevos materiales y nuevos procesos. También nos permite idear nuevos productos donde la minimización de residuos sea un objetivo desde el inicio, así como desarrollar nuevas oportunidades de negocio con una óptica circular para los productos actuales, como la reutilización o la reparación. 

Desarrollar una dinámica circular para nuestras industrias es más que reciclar, es repensar nuestras formas de hacer negocios y esto no es tarea sencilla. En esta complejidad, el llamado a la acción trasciende a una organización aislada. Es un llamado para establecer alianzas y generar acción colectiva junto con la academia, los distintos niveles de gobierno, las ONG, la sociedad civil y otras empresas, incluso nuestros competidores. Esto nos permitirá optimizar recursos y aprovechar mejor los roles y conocimientos de cada actor, encaminándonos hacia un real desarrollo sostenible.